Querido estuche:
Desde hace varios días te veo de lejos. Ahí,
apoyado contra la biblioteca, a medio cerrar. O a medio abrir. ¿Esperándome?
Quizás. Creo que te abrieron para que te ventiles. Yo estoy bien. Es raro no
salir. Paso mis días de forma distinta. Al principio en el soporte viejo, hace
dos días me cambiaron al nuevo, porque se ve que me sacudía mucho en el otro.
No sé qué ocurrirá afuera, como sabrás no nos
juntó para salir. La última vez fue para viajar, allá lejos, a ese lugar
hermoso, en la otra punta de la ciudad. Recuerdo cómo me cobijaste y cuidaste
que no me golpeara. Adoro ese momento en el que nos separan unos instantes, y
subo al escenario. ¡Qué belleza sentir los aplausos!¡Ver la gente bailar al son
mío! Sonar para que canten, sonar para que rían, sonar para sentirlos vivos.
Últimamente ya nadie baila con mis sonidos.
Solo está ella. Se sienta, me mira, me enciende. Me conectó a uno de esos
aparatos que están en los escenarios pero acá no está la gente. No vienen
nunca. Solo ella canta. Canciones que casi nunca suenan en mí. Escuché el otro
día que desempolvó unos cancioneros. Aunque… la mayoría de las canciones son
tristes. Tienen un dejo de melancolía, aunque sus letras sean alegres y sus
acordes también. Siento su voz quebrada. Sus ojos a veces se llenan de lágrimas
y se me queda mirándome y me acaricia. Creo que extraña que subamos a los
escenarios igual que nosotros.
Bueno, compañero, te dejo porque está
enchufando todo, se ve que me voy a dar una vuelta… en sus canciones. Ya
volveremos a nuestras andanzas. Espero me escribas y me digas si sabés qué
pasa. ¿Por qué no salimos más del estudio?
Te
extraña… tu compañero, el Piano.
Me encantó.
ReplyDelete