Una historia que viví



Mayo18, 2020. Córdoba Argentina

Queridos pequeños del futuro:
                       Para cuando tengan consciencia de entender ya habrán pasado algunos años, y no tendrán recuerdo de lo sucedido ya que en la actualidad son recientes nacidos, les contaré ¡Una historia que viví! y les aseguró será increíble. 

Corría los primeros meses del año 2020 y la cotidianidad cíclica de todos los años con las preguntas de siempre ¿cómo será el trabajo? ¿Cuánto será la inflación, el dólar?, vacaciones ¿¡Si o No!?, esa manera de vivir en piloto automático como si el mundo siempre estuviera ahí para nosotros y bajo control, cuanto de falso había en esta manera de pensar y vivir la vida, después de todo levantar la copa cada 31 de diciembre hubiera tenido más sentido si era para celebrar el presente, nuestro aquí y ahora valorando a nuestros afectos y no imaginando un futuro donde sinceramente no sabríamos si estaríamos, ¿Cuántas lágrimas nos hubiéramos ahorrado?, no recuerdo el día exacto porque tampoco fue una escena apocalíptica con rayos o fuego venidos del cielo, pero un día… el mundo quedó en pausa, alguien o algo había presionado el botón y la película se había detenido y no lo digo poéticamente, déjenme decirles que la sensación de estar en pausa es muy impresionante y asusta tanto como la visión apocalíptica.

 Lo sucedido fue muy cinematográfico, escuché muchas veces decir que vivíamos dentro de una verdadera ficción, realidad o no lo único cierto es que un micro ser nacido de una mutación natural o genética había conseguido algo casi imposible y lo hizo tan eficientemente que hasta los más poderosos del mundo cayeron a sus pies, un rey con una corona muy particular, un rey que sin ningún ejército puso en jaque a toda la humanidad, un rey cuyo reinado éramos nosotros. En el cielo no se vieron más a los aviones, en las autopista ya no circulaban los autos, no había bancos ni comercios abiertos, los lugares turísticos con sus grandes cadenas de hoteles cerraron su puertas, las fábricas dejaron de producir, las hamacas en las plazas solo se movían por la acción del viento y en los patios de las escuelas las risas y los juegos de los niños solo eran un recuerdo de otros tiempos, ¡Sí! el mundo estaba en silencio, ¿se pueden imaginar la película?, es difícil entenderlo cuando no se ha vivido pero la trama se vuelve aún más interesante , a lo largo de todo el mundo en cada rincón del planeta la naturaleza se había dado cuenta que algo estaba sucediendo, si hasta podías imaginar a cientos de ejemplares reunidos debatiendo en los más variados lenguajes ¿Qué había sucedido con los humanos? ¿Dónde estaban sus ruidosas y contaminantes máquinas?, o ¿Por qué el sonido de sus pisadas ya no hacían temblar el suelo?, no puedo saber que pensaban pero por sus reacciones posteriores puedo imaginarme por ejemplo a las gallinas desorientadas con cientos de huevos sin recolectar y al gallinero en un verdadero caos o a los sapos del lago sorprendidos por que los niños no habían ido a tirarles piedras, puedo imaginar a los cóndores andinos con su vista panorámica proponer sobrevolar las ciudades para traer información cierta, puedo imaginarme como la misma sabiduría de la tierra le dio a conocer el motivo de lo que estaba sucediendo y de los tiempos de cambio beneficiosos que esto tendría para la vida natural, puedo imaginar a los bosques y selvas soltar un respiro profundo al aire como un ¡Gracias! al universo por la maravillosa y bendita pausa que los liberaría de los incendios y talas desmedidas, puedo imaginar a millones de flores abrir sus capullos en señal de bienestar por la pureza del oxígeno y a toda la flora acuática soltar burbujas de felicidad por sus aguas puras y transparentes, puedo imaginarme esto y mucho más pero lo que no imaginé, lo pude ver en cada ciudad por que la natura se manifestó, con nosotros encerrados por la peste que acechaba fuera los animales comenzaron a recuperar los territorios perdidos por decenas de siglos, las noticias no paraban de llegar, los delfines invadían las costas, los lobos marinos se extendían a lo ancho y a lo largo de todos los puertos, grandes cardúmenes de peces nadaban libre por todo el ancho río como nunca antes lo habían podido hacer, canguros, patos, osos, pumas, zorros, miles de animales salían a reconocer lo que alguna vez les perteneció, la noticia recorría todo el globo, nosotros estábamos ahí observándolos, agazapados entre las penumbras de lo que ahora eran nuestra cárceles con forma de hogar, detrás de los cortinados filmábamos con los celulares lo que pasaba allí afuera, algunos animales mas amistosos se acercaban a las ventanas de los edificios para observar a la nueva especie en extinción, ¡Los humanos!, la exploración por los territorios desconocidos y urbanos se había empezado a realizar como una práctica casi cotidiana de todas las especies alrededor del mundo y hasta las más extrañas y peligrosas estaban presente en ese recorrido diario por los nuevos zoológicos, donde encontrar humanos era todo ¡una aventura!. Y aunque no sé cómo terminó la historia quiero creer que si están leyendo esta carta es porque aprendimos una gran lección, la peste visibilizó todo lo malo que le estábamos haciendo a nuestro mundo y tal vez fue necesario para purificar nuestra consciencia mundial, abriendo el camino para el verdadero cambio y maduración de nuestra especie. El skrabajo



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