En estos días ando muy disperso, esta
exorbitante configuración de ideas, datos, imágenes e hipótesis que se originan
desde las redes sociales y los medios, me colapsan; sin discusión fuimos
ingenua y placenteramente infestados por medio de las nuevas tecnologías, esas ondas se te insertan con violencia
en el encéfalo afectando de manera directa las decisiones individuales y
colectivas; tal vez lo que hoy denominan Innovación
tecnológica y el desarrollo son “ejecutivas, eruditas y democráticas” maneras
de sosegar a este mencionado sistema “caórdico” que conspira con la humanidad.
Pues bien si por mi débil automatización del habla y la escritura no tengo
mucho que aportar, entonces no me queda más que conspirar…
No quiero imaginar cómo los nuevos
discursos, de “la virtualización de la vida”, educación, trabajo, y hasta
afectos, va a neutralizar el accionar de los seres humanos; ¿Será que nuestro telencéfalo y diencéfalo aguantarán tanta ligereza estructural?, ¿qué
pasará con nuestra corteza cerebral si los procesos mentales complejos se ponen
a disposición de máquinas y procesadores autónomos capaces de realizar “selección
natural”?
¿Qué pensarán ahora Hefesto y Muinájema Dioses del fuego, la forja
y el hacha, ¿qué será de sus sagradas herramientas?, ¿A dónde emigran herreros,
artistas y labriegos, a donde irán los llamados informales?... Entonces las nuevas
herramientas serían otorgadas a un sector privilegiado y
autómata, por otro tipo de dioses menos reales y más selectivos, desarrollando solo algunas partes del cerebro, mientras el cuerpo, poco a poco, pierde su qì Gokuseano,
Entonces sí… son tiempos de pandemia, de
conjuros y miedos instaurados, como Gabo muy bien lo metaforizó en uno de sus
cuentos “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” y para ello no hay nada
más reconfortante y esperanzador que conspirar, conspirar desde el individuo y
el colectivo, con todos y contra todos, romantizándonos en los menos
favorecidos y heroizando a quienes son invisibles para los gobiernos: trabajadores
del sector salud, Profes, ahora tele-profes y estudiantes, ahora
tele-estudiantes, aseadores, amas de casa, tenderos, campesinos, músicos y otros muchos… “salven ustedes al
sistema, salven esta estrepitosa y antiquísima patria”; ¡ahhh! Y por favor no olvidemos a los banqueros, las
grandes cadenas y medios de comunicación, que estos pobres nunca cierran…
Bueno... ¿y por qué el pare mundial? No
quiero pensar que es una fría, cavilada y autoritaria medida de los que manejan
los hilos, multinacionales, banco mundial, OMS; ¿por qué precisamente en el
momento en donde la gente sale a sus calles?, ¿Por qué en tiempos donde se
naturaliza la corrupción al punto de volverse inocultable? ¿Y los incendios en
el mundo? ¿Tal vez nos dimos cuenta de la real función del sistema? ¿Le
quitamos el velo a eso que desde siempre se ha reconocido como democracia? Creo
que prefiero pensar en el poder de la naturaleza, su respiración y nueva
expansión, que todo esto es una exploración viral y selectiva, capaz de develar
ambiciones, inequidades y miseria; pero al mismo tiempo revelar la consciencia
en el ser y el respeto por la vida.
No quiero imaginar el totalitarismo e
individualización de este gran órgano, casa común, ser universal, en la
“evolución hacia estas cajas computadoras”, realidad virtual, reconstrucción
espacio temporal, consumación del entorno y su espíritu. Prefiero pensar, que
en el tálamo e hipotálamo se encuentran pequeños biotipos que tienen la
capacidad de reconstruir el andrajo celular y mantener así nuestro equilibrio, los
sentidos, los estímulos y el ritmo de nuestra respiración, las hormonas en la
sangre.
No quiero pensar que después de una
pandemia vengan otras dos o tres, o una pandemia imperecedera con la cual
confinen definitivamente nuestra vida en los muros de las máquinas digitales, muy
bien llamadas “ordenadores”. Quizás para ese entonces las luchas y
manifestaciones se realicen en otras dimensiones y tal vez, los nuevos
ejércitos de la gente encuentren métodos que nos permitan tener una relación
más directa con la naturaleza, hasta el punto de hallar alternativas de comunicación
con el aire, las plantas, el agua y los animales.
Por ahora quiero pensar en este tiempo
de reflexión y cura, y que de manera natural e instintiva volveremos, en el
momento indicado, y a cuidar todo y de todos; me hacen falta sus abrazos y sus
risas, me hacen falta sus miradas y voces, bailar, gritar y correr; respirar
ligeros por el mundo; indagando conscientemente en otras formas de libertad y
bienestar, diferentes a las que hemos construido desde la lógica y dinámica del
consumo. Re-imaginando los grandes principios que se definen en el ámbito de
la acción colectiva y reafirmando nuestra relación con la naturaleza y la vida
misma, el ser Universal...
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