Maquinación- Bogotá - Colombia


En estos días ando muy disperso, esta exorbitante configuración de ideas, datos, imágenes e hipótesis que se originan desde las redes sociales y los medios, me colapsan; sin discusión fuimos ingenua y placenteramente infestados por medio de las nuevas tecnologías, esas ondas se te  insertan con violencia en el encéfalo afectando de manera directa las decisiones individuales y colectivas; tal vez lo que hoy denominan Innovación tecnológica y el desarrollo son “ejecutivas, eruditas y democráticas” maneras de sosegar a este mencionado sistema “caórdico” que conspira con la humanidad. Pues bien si por mi débil automatización del habla y la escritura no tengo mucho que aportar, entonces no me queda más que conspirar…


No quiero imaginar cómo los nuevos discursos, de “la virtualización de la vida”, educación, trabajo, y hasta afectos, va a neutralizar el accionar de los seres humanos; ¿Será que nuestro telencéfalo y diencéfalo  aguantarán tanta ligereza estructural?, ¿qué pasará con nuestra corteza cerebral si los procesos mentales complejos se ponen a disposición de máquinas y procesadores autónomos capaces de realizar “selección natural”?

¿Qué pensarán ahora  Hefesto y Muinájema Dioses del fuego, la forja y el hacha, ¿qué será de sus sagradas herramientas?, ¿A dónde emigran herreros, artistas y labriegos, a donde irán los llamados informales?... Entonces las nuevas herramientas serían otorgadas a un sector privilegiado y autómata, por otro tipo de dioses menos reales y más selectivos, desarrollando solo algunas partes del cerebro, mientras el cuerpo, poco a poco, pierde su qì Gokuseano,

Entonces sí… son tiempos de pandemia, de conjuros y miedos instaurados, como Gabo muy bien lo metaforizó en uno de sus cuentos “Algo muy grave va a suceder en este pueblo” y para ello no hay nada más reconfortante y esperanzador que conspirar, conspirar desde el individuo y el colectivo, con todos y contra todos, romantizándonos en los menos favorecidos y heroizando a quienes son invisibles para los gobiernos: trabajadores del sector salud, Profes, ahora tele-profes y estudiantes, ahora tele-estudiantes, aseadores, amas de casa, tenderos, campesinos,  músicos y otros muchos… “salven ustedes al sistema, salven esta estrepitosa y antiquísima patria”; ¡ahhh!  Y por favor no olvidemos a los banqueros, las grandes cadenas y medios de comunicación, que estos pobres nunca cierran…

Bueno... ¿y por qué el pare mundial? No quiero pensar que es una fría, cavilada y autoritaria medida de los que manejan los hilos, multinacionales, banco mundial, OMS; ¿por qué precisamente en el momento en donde la gente sale a sus calles?, ¿Por qué en tiempos donde se naturaliza la corrupción al punto de volverse inocultable? ¿Y los incendios en el mundo? ¿Tal vez nos dimos cuenta de la real función del sistema? ¿Le quitamos el velo a eso que desde siempre se ha reconocido como democracia? Creo que prefiero pensar en el poder de la naturaleza, su respiración y nueva expansión, que todo esto es una exploración viral y selectiva, capaz de develar ambiciones, inequidades y miseria; pero al mismo tiempo revelar la consciencia en el ser y el respeto por la vida.

No quiero imaginar el totalitarismo e individualización de este gran órgano, casa común, ser universal, en la “evolución hacia estas cajas computadoras”, realidad virtual, reconstrucción espacio temporal, consumación del entorno y su espíritu. Prefiero pensar, que en el tálamo e hipotálamo se encuentran pequeños biotipos que tienen la capacidad de reconstruir el andrajo celular y mantener así nuestro equilibrio, los sentidos, los estímulos y el ritmo de nuestra respiración, las hormonas en la sangre.

No quiero pensar que después de una pandemia vengan otras dos o tres, o una pandemia imperecedera con la cual confinen definitivamente nuestra vida en los muros de las máquinas digitales, muy bien llamadas “ordenadores”. Quizás para ese entonces las luchas y manifestaciones se realicen en otras dimensiones y tal vez, los nuevos ejércitos de la gente encuentren métodos que nos permitan tener una relación más directa con la naturaleza, hasta el punto de hallar alternativas de  comunicación  con el aire, las plantas, el agua y los animales.

Por ahora quiero pensar en este tiempo de reflexión y cura, y que de manera natural e instintiva volveremos, en el momento indicado, y a cuidar todo y de todos; me hacen falta sus abrazos y sus risas, me hacen falta sus miradas y voces, bailar, gritar y correr; respirar ligeros por el mundo; indagando conscientemente en otras formas de libertad y bienestar, diferentes a las que hemos construido desde la lógica y dinámica del consumo. Re-imaginando los grandes principios que se definen en el ámbito de la acción colectiva y reafirmando nuestra relación con la naturaleza y la vida misma, el ser Universal...


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