Con los ojos para afuera - Provincia de Buenos Aires, Argentina.


Algún lugar de la provincia de Buenos Aires (Argentina)
2 de abril de 2020 (día 14 del aislamiento obligatorio)

Hola gente linda, ¿cómo están? Ya leí sus cartas y veo que estamos en la misma sintonía.
Mientras les escribo, observo por mi ventana. Decidí abandonar un poco la televisión, porque me estaba empezando a ahogar. Sí, no lo van a poder creer, pero la verdad que ya no quiero confirmar a cada minuto que esto que estamos viviendo es una porquería. Así que, desde hace unos días me empecé a dedicar a mirar por la ventana. Desde allí veo lo que sucede en el barrio y particularmente, el departamento de enfrente. Sí, sí, van a decir que soy una chusma, pero bueno. Está un poco más interesante que los noticieros que van haciendo la contabilización, minuto a minuto, de cada nuevo enfermo o de cada nuevo fallecido. ¡Ia está ia!, dirían los cordobeses… Además, si miro para adentro de mi departamento solo me veo a mí y a veces duele mirarse demasiado tiempo seguido. Es casi como mirarse en el espejo durante mucho tiempo. A la larga siempre te encontrarás un grano inmundo en algún sector del cuerpo.
Por acá empezó el otoño hace poco, pero sigue haciendo mucho calor. Estos días hemos llegado a los 30 grados centígrados. Y la verdad que resulta asfixiante. Sobre todo cuando miro por la ventana y veo la calle así de vacía. Tengo una amiga que vive en España y me escribe mails y mensajes por Whatsapp -sí, esas pantallas ahora son como un tercer espacio de vida. Podríamos enumerarlos: 1) interior, 2) exterior real y 3) exterior virtual-, que me cuenta que allá la gente canta y grita por los balcones, tratando de darse ánimo entre sí. Acá nada. A las 19 hs suenan todas las sirenas de la ciudad, por orden del intendente, para que la gente tome conciencia de que estamos “ante una guerra contra un enemigo invisible”. A las 21 está la iniciativa de salir al balcón a aplaudir a los médicos, pero cada vez menos gente se suma a la propuesta. El domingo a las 18 había que salir a los balcones a colgar pañuelos negros para pedir justicia por una mujer que fue asesinada en Mar del Plata. Yo lo hice, pero en mi barrio, nada de eso pasó.
¿Saben? Esto vino tan de golpe que no dio tiempo a prepararse. Bah, yo siempre fui precavida y tenía un pálpito de que iban a pasar cosas malas, pero jamás imaginé que iba a tener esta magnitud. Como les decía, se siente horrible esto de mirar por la ventana y ver tanta desolación. Aunque, de todas maneras, fuera de este aislamiento la gente de esta ciudad no sea demasiado diferente. Esta es una ciudad careta, fría y hostil. Pasan muchas cosas malas y a nadie le interesa. Estoy empezando a pensar que la humanidad va a terminar consumida en su propio egoísmo. Sí, porque aunque la calle está desolada, en las noticias cuentan a diario la cantidad de personas que han detenido por salir a correr o a salir a pasear al perro. Parecen que ya son más los detenidos por esas causas que los enfermos de esto. A ver, esperen, ahí viene mi vecina de en frente. Se ve que salió a hacer mandados porque venía arrastrando dos bolsas gigantes. Hoy llueve y hay mucha neblina. Ella vive con su hijo de quince años y su pareja. No se parecen en nada a esas familias de pájaros que parecen volar al compás, tan armoniosamente... A ver, ya entró a la casa. ¡Ay! El chico le acaba de gritar “¡Vieja de mierda! ¡¿Hoy tampoco me trajiste Coca Cola?!”. Perdón, no puedo seguir escribiendo. Estoy empezando a sentir que todo esto se termina pronto, esto solamente no, todo…

Pirulina






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